domingo, 3 de marzo de 2013

Amour

"Hace muchos años, me enamoré. Y rompieron mi corazón en mil pedazos..."

Es así como empiezan la mayoría de nuestras historias, antes de llegar al presente.

Es entregando el corazón que todos empezamos el trayecto de nuestra vida amorosa. Entregamos el corazón sin medida, en exceso, sin miedo a sufrir, porque amamos, nos aman! ¿Existe acaso algo mejor que eso? ¿Algo mejor que entregar tu vida, tu sentimiento, tus sueños y anhelos, tus miedos, tu confianza, tu alma, a alguien que lo entrega todo de vuelta?

Dudo mucho que alguna vez te hayas sentido mas feliz que cuando experimentaste esto por primera vez, a menos que seas madre/padre.

El amor correspondido es, en mi opinión, la cura de todos los males. Males económicos, males del corazón, males de salud, se ven curados o mejorados por el verdadero amor. El verdadero digo, porque es ese amor que se entrega sin reserva a una sola persona que es capaz de llenar tu vida con una sonrisa y vaciarla con una sola lágrima. Esa persona que te llena completamente al punto de no necesitar que nadie mas ocupe lugares vacíos, por no existen.

Pero esa primera vez que te entregas así, muchas veces trae consigo otra primera vez: la primera vez que te rompen el alma, como en mil pedazos. Cuando descubres por primera vez que te han incapacitado para amar, para sentir, casi para vivir.

Esa primera vez que sufres por amor es la que te enseña que existen tales cosas como la infidelidad, el miedo, la desconfianza, la tristeza, el engaño, la mentira, la muerte de los sentimientos. Y es hora de considerar otros caminos... El de adormecer los sentimientos, por ejemplo.

Y tomamos ese y otros caminos, cualquiera que no nos conduzca a sentirnos tan vulnerables de nuevo, cualquiera que no nos deje ser lastimados de nuevo, cualquiera que apague la angustia y el dolor.

Por mucho tiempo nos convertimos en diferentes personas. Somos la dura, la inalcanzable, la interesada, la desinteresada, la mala, la descarada, la retraída, la sola, la fuerte, la independiente... Somos muchas, somos una, somos todas.

Pasamos por la vida, estamos protegidas, de ti, de todos. De nadie. Estamos a salvo. En nuestra pequeña torre del castillo que hemos construido, a salvo al fin.

Y después... De meses o años... Aparece.

Se ve una luz. ¿Una luz? Si. Una luz. Un calor extraño. ¿Algo? No! Alguien.

Nuestro corazón no había muerto, solo estaba dormido, opacado por los otros muchos sentimientos, distracciones, anhelos falsos, nuestras propias ideas y auto mentiras.

Y esa luz es inevitable, y abre, e ilumina, y pasa por donde quiera, y somos incapaces de detenerla. Se esparce y alegra todo a su paso. Nos derrite, descongela cada parte de nosotros que estuvo allí, sufriendo frío. Y sentimos calidez, alegría, hormigueo y hasta bichos raros en el estómago... Mariposas?

¿Que es ésto? ¿Que me pasa? ¿Estaré enfermo? No me siento bien, pero a la vez estoy mejor que nunca. Y nos confunde. Totalmente desubicados, tambaleandonos...


No temas... Es AMOUR...

Y ha vuelto.

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