miércoles, 12 de febrero de 2014

Sexo, pudor y lágrimas

La aventura, la adrenalina que fluye cuando haces ese primer contacto. Una parada en la esquina del bar y el otro sentado en la barra. Una simple mirada te deja atrapada para el resto de la noche. Las mil y una ideas para acercarte a ese desconocido que en una nada se ha vuelto un reto, un mariposeo. Cada minuto es una eterna espera para que encuentre el la manera de acercarse o dar tu ese paso que no se apresura el otro a dar.

Una mirada, una plática, un trago, varios tragos, una mano en la cintura, la otra en su pecho, un baile erótico y la noche va marcando su propio ritmo. De pronto un beso, disfrazado de un tierno beso romántico pero que por dentro pide fuego. Y ese fuego se hace presente. Ese beso quiere mas, grita con las manos deseo y pasión. El bar, la música y la gente han desaparecido y solo son dos bocas, dos pasiones, dos sexos sedientos por conocerse.

Con pena algunas veces, sin pena en otras, los dos amantes de esa noche encuentran el lugar que está pronto a ser testigo de lo que pasa cuando se le da al deseo rienda suelta.

La ropa no se quita, se arranca. Los besos ya no tienen un rastro de corazón, es pura locura, apetito de sexo desenfrenado. Besos en el cuello, mas abajo, allí, quedate allí un ratito. Una mordida cada pezón y un torrente vaginal se hace presente. Listisima! Entra! Ella ruega que la penetre ya, pero solo en su mente. Pero todavía no es tiempo. Y ella en su locura baja no quiere hacer mas que complacerlo, volverlo loco...Y poco a poco mientras baja en su cuerpo a besos, lo logra. Y llega. Succiona, chupa, adentro y afuera, manjar de dioses aquello. El gime y ella se toca. Está tan duro, tan listo! Y solo para mi! Su locura es la de ella. Estos cuerpos no dan una mas. El la tira en la cama y la penetra con fuerza, mientras ella grita de placer. Despacio y luego rápido, su sexo empapado y el esperando sentirla correrse para poder darle un fin de locura a todo esto. Entre mas grita ella, mas difícil es la espera. Pero todavía falta, y el sale dejándola volverse loca a punto de llegar a ese orgasmo tan rico que sentía venir. Y sorpresa! Todavía falta que el baje lentamente y de una buena lamida a ese clítoris empapado. Arriba, abajo, chupando poquito a poquito sin dejar que esta desconocida termine lo que había empezado. Los gritos se hacen mas fuertes. Por un momento los dos recuerdan que el hotel no es solo suyo. Por un momento nada mas, y a los dos segundos eso ya no importa, porque a punto de venirse el deja de chupar y la penetra con fuerza de nuevo. Esta vez no para, gimen, gritan, se toman del pelo y se clavan las uñas. El toma en sus manos ese buen culo y mientras le da unas buenas nalgadas, ella se corre, todita, por completo, sintiendo ese orgasmo tomarse su tiempo en llegar. El gemido como de una perra en celo, pero si, lo es, es SU perra en celo, por lo menos ahora, esta noche. Y el, con ella, se deja venir. Termina con su culo en las manos, apretándolo y acabando hasta que no queda una gota de ese manjar. Y los dos completamente agotados, destrozados, despeinados, saciados, felices.

Dos minutos después, al volver en si, ella se acuesta y el, en un feliz desastre, se deja caer también. Dos completos desconocidos. Son las tres de la mañana ya, el la toma en sus brazos y la acurruca contra su pecho. Que gran error! Y los dos se quedan dormidos.


A la mañana siguiente, sin los tragos,  con mentes lúcidas y un buen dolor de cabeza, los completos desconocidos despiertan. Ella, apenada, toma sus cosas, asegurándole que esto no es algo que ella haga frecuentemente, como todas, y con la cabeza gacha, se va. El, habiendo pasado por esto ya varias veces en todos sus viajes, la trata con mucho cariño y afecto, y en ese segundo ella está confundida. El sexo, la acurrucada, los buenos modales e interés genuinos de aquel extranjero la confunden. Pero no dice nada. Ha de ser el alcohol. Intercambian número, correo o facebook, lo que mejor les parezca.

Sale de la habitación y el camino a casa es una tortura llena de frases que repican en su cabeza como "lo volviste a hacer", " que te pasa", "prometiste que ya no lo harías", combinadas con las frases que por tanto tiempo creció escuchando hasta el cansancio "eso no es de una muchacha decente", "los extranjeros solo vienen y van, nunca buscan nada en serio"... Llama a esa amiga que siempre la hace sentir mejor.

Ella regresa a su casa. Toma un baño, un largo baño, de esos que aparentan quitar lo sucio hasta del alma.

Y lo extraña. Repasa cada momento de la noche, cada palabra, cada mirada, cada movimiento de sus dedos en su cuerpo, cada beso, cada cosa que compartieron juntos de esa noche entera, ese orgasmo...

 Y llora. Y le habla, el contesta. Es muy amable. Unas semanas mas, y espera que ésta vez, si sea amor, de esos que comienzan en una noche de copas, y solo pasan en películas de Hollywood.

Pero no lo es. Y llora. Y no deja de llorar. Tanto sexo, tanto pudor, tantas lágrimas.


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