miércoles, 29 de octubre de 2014

Te vas o te quedás

Te vas o te quedás pero no las dos.

Decirme un día que me extrañas, recordar todo eso que vivimos, hacerme sentir que estas allí, de nuevo, muriendo por mi. Los paseos, las risas, el replay de conversaciones una y otra vez, la innegable química y los recuerdos mas dulces... Es allí que te quedas.

Y de repente, no se nada de vos. Te vas y me abandonas. Espero tu regreso solo hasta que olvido a quien le estoy haciendo tiempo. Y te vas. Y no estás. Ni vos ni tu recuerdo.

Pero eso es solo hasta que empezás a querer meterte de nuevo en mi mente. Y silenciosamente vas y sin respetar mi espacio y el tiempo  que llevo tratando de olvidarte, decidís colarte también en mi corazón.

Y no es justo. Porque quiero que te quedés, quiero que nunca mas volvás a irte.
Y te vas. De todos modos te vas.

Me dejas los recuerdos, las sonrisas, las canciones, los momentos...


Me dejas el amor.

Solo mientras decidís regresar, para irte de nuevo.

Así no se puede. Te vas o te quedás!





sábado, 25 de octubre de 2014

Recuerdos silentes

Llega el punto donde los recuerdos dejan de ser tan intensos, y se reproducen en tu mente pero en mute. Y lo único que queda, son las imágenes.

Ya llegué a ese punto. Veo las imágenes, los videos. Pero ya no recuerdo las palabras exactas, las conversaciones. Todo se ve en silencio.

Te estás yendo. 

Y no se si me gusta.

jueves, 2 de octubre de 2014

El papel de idiota

La soledad puede ser traicionera. Y las personas aún mas.

Muchas veces entramos en etapas donde la soledad es tal que nos volvemos vulnerables a caer de nuevo en trampas, mentiras, ideas que confundimos con amor.

Nuestra mente busca tanto creer y nuestro corazón sentir, que el sexto sentido aquel, el radar que te ayudaba a identificar las falsedades en las palabras de otros deja de funcionar al cien por ciento.

 Y es entonces cuando mas en peligro estamos de caer en un precipicio del que luego cuesta salir. Se nos olvida que las miradas tiernas, las palabras dulces y las caricias que gritan necesitarte son fáciles de fingir. Dejamos a un lado la cabeza y le decimos al alma que vamos bien. Y no es cierto.

Luego, en un abrir y cerrar de ojos, te ves cayendo. Cuando sabes que nada de lo que pasó fue realmente verdadero, ya es muy tarde. Has caído en el hueco. Puede que el abismo esta vez no sea muy profundo y escalar de regreso a la cima sea fácil, pero no deja de doler. Las marcas en el camino mientras subís, esas quedan.

Tal como quedaron sus mentiras y falsas promesas.

Es hora ya de encender el radar y olvidarme del corazón por un tiempo...

... y dejar de hacer el papel de idiota.